Fallece Noya, uno de los componentes del mejor Calvo Sotelo de la historia.
Noya ha muerto a los 81 años. ¿Qué decir de un jugador que formó parte del que, casi con toda seguridad, fue el mejor equipo de la historia del Calvo Sotelo? Se podrá debatir todo lo que se quiera, pero lean esta alineación clásica: García Fernández; Gabiola, Nebot, Astorga o Maiztegui; Marín, Iturriaga; Rovira, Noya, Feliú, Portilla y Hernández. Casi nos plantaron en Primera División. Un pelo nos faltó… o nos sobró la derrota en Cádiz aquel fatídico 28 de abril de 1968.
José Antonio Noya Bou, nació el 23 de agosto de 1939, en Sant Pau D’Ordal (al oeste de Barcelona), perteneció al Badalona, Reus y Tarrasa, hasta que explotó en el Sabadell, club con el que ascendió a Primera: en la temporada 1965-66 jugó 22 partidos y marcó nueve goles y en la siguiente disputó 27 y anotó seis goles. Ya consagrado, fichó por el Atlético de Madrid, al que pertenecía cuando lo contrató el Calvo Sotelo, al que llegó con 28 años de edad. Fue el 18 de noviembre de 1967 cuando el diario Pueblo publicó que Noya no había resuelto la papeleta de goleador a los colchoneros y no iba ni convocado, razón por la que su club buscó una solución y parecía dispuesto a transferirlo al Calvo Sotelo porque su puesto estaba cubierto nada menos que por un joven fenómeno llamado José Eulogio Gárate. Y así fue como el 21 de noviembre firmó su contrato con los de Puertollano, acto al que el presidente Romeu invitó a Fran, que aprovechó para entrevistarlo, como pueden ver en la foto. Esos lujos de fichajes se permitía el Club entonces.
Para Noya, su fracaso en el Atlético de Madrid no fue tal, sencillamente porque no había jugado (llevaba siete meses sin hacerlo), ya que Gárate estaba fantástico. No conforme con estar en la grada, se decidió por venir al Calvo Sotelo porque aspiraba al ascenso, “de lo contrario, aunque me hubieran ofrecido el doble, no habría venido”. De una forma u otra, era un jugador deseado por muchos equipos, y su fichaje causó un gran impacto en la afición, entre otras cosas, porque con él se tuvo el pleno convencimiento de que se aspiraba verdaderamente al ascenso.
Precisamente, su debut se produjo en Granada, ante el gran rival de aquella temporada. Fue el 3 de diciembre de 1967, pero no hubo suerte en aquel compromiso trascendental: Nebot marcó en propia puerta a los diecinueve minutos y, aunque el Calvo Sotelo encerró a los locales en el segundo tiempo “con un furioso y bien trabado ataque fiado en sus rapidísimos extremos”, nada se pudo hacer para lograr el empate. Aunque los aficionados granadinos terminaron pidiendo la hora, aquella derrota acabaría siendo decisiva de cara al ascenso directo.
Luego Noya demostró su clase, fue titular indiscutible, y obtuvo siete goles en diecinueve partidos jugados. Su éxito como calvosotelista le valió para que el ascendido Granada lo incorporara a sus filas, donde jugó desde 1968 a 1971. Allí, en la ciudad de la Alhambra, brilla ahora una estrella menos que, en una parte, llevaba el color azul minero.
Luis Pizarro, autor del libro Historia del fútbol en Puertollano, 1920-2000.