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Fallece Jose Luis Violeta Lajusticia.

Foto cortesía Luis Pizarro

Violeta, un león maño en Puertollano

Luis Pizarro, 5 de mayo de 2022


La historia de José Luis Violeta en Puertollano no se puede entender sin su compañero Encontra,
pero también sin el viaje que hicieron a Zaragoza Emilio León (secretario técnico) y Manolo
Olivares (antiguo entrenador del Club). Corría el final de noviembre de 1959 cuando
acompañaron a Polo, una de las figuras del Calvo Sotelo aquella temporada, para que probara
por los maños, interesados por él. En ese sentido, el fichaje no cuajó, pero lo que sí establecieron
los directivos fue una corriente de amistad con el Zaragoza que buscaba facilitar la llegada de
posibles refuerzos al Calvo Sotelo, algo que los aragoneses veían bien. Y así cuajaría en 1962 la
llegada de Violeta y Encontra a nuestra ciudad, en una de las cesiones que mejor recuerdo dejó
en toda la historia del Calvo Sotelo. De hecho, cuando Jaime Sancho fue cedido en enero de este
año para muchos fue inevitable recordar a sus antecesores.
José Luis Violeta Lajusticia llegó a Puertollano con 22 años, a primeros de julio de 1962, con
unas referencias inmejorables, no en vano estaban interesados por él clubes como Levante, Las
Palmas, Hércules y Cartagena. ¿Cómo fue posible que un jugador que ya se cotizaba aceptara
venir al Calvo Sotelo? Las dudas se aclararon meses después, cuando el propio Violeta declaró
en Arco el 8 de mayo de 1963 que era cierto que él no quería venir a Puertollano cuando se lo
ofrecieron porque se resistía a jugar en 3ª, pero que accedió por la insistencia de la directiva
zaragocista y por la creencia de que se estaba formando un gran equipo. Pronto despertará la
admiración, desde el mismo momento de su debut ante el Cacereño el 19 de agosto: “Tiene una
figura espigada y aparentemente endeble, pero con un fondo y una resistencia increíbles”. Al
final de la temporada, este gran jugador, ahora fallecido, había disputado treinta y dos encuentros
oficiales con el Calvo Sotelo, en los que marcó ocho goles. Su curso fue tan espléndido que en
Zaragoza lo estaban esperando con los brazos abiertos para debutar con el primer equipo y para
convertirse en un jugador legendario, al que apodaron El león de Torrero. Cincuenta y nueve
años después su huella sigue presente también en Puertollano. Es lo que tiene defender a unos
colores como él lo hizo de bien.